- ¿El qué? ¿Qué es eso?
- Si, hombre, el huevo que baila -me dijo la señora, con cara de sorpresa, extrañada.
- El huevo que baila... -lo primero que se me vino a la cabeza fue una especie de muñeco al estilo de Mr. Potato...- Anda, joven, pasa conmigo.
Ou com balla en el patio del Museo Frederic Marès de Barcelona |
Esta fue la curiosa conversación que mantuve con una señora que esperaba a su hijo y sus nietos a la puerta de la iglesia de la Concepción de Barcelona.
Era domingo de Corpus, venía de la Feria Modernista y pasaba por allí tranquilamente con la cámara de fotos en mano. Me puse a hacer fotografías de la fachada. Por el rabillo del ojo, veía que la señora no paraba de observarme. Sabía que me quería decir algo y me acerqué a ella. Después del diálogo del principio, entré con ella al claustro de la iglesia, que estaba adornado con muchas flores. En él había también un olor a plantas y otras hierbas peculiar, un olor que me transportó a la celebración de la fiesta del Corpus Christi de Villacarrillo. Dos niñitos rubios, de unos 8 o 9 años se acercaron a ella con una sonrisa de oreja a oreja. "El huevo se ha caído, yaya, el huevo se ha caído", decían entre risas. La ancianita, con cara de extrañeza aceleró el paso y se dirigió a la fuente que presidía el claustro. Yo, mientras tanto, hacía fotos de los arcos y me acercaba con paso lento a la fuente, al tiempo que los chiquillos correteaban alrededor de la yaya.
Claustro de la iglesia de la Concepción de Barcelona |
Una religiosa apareció en escena. Se aproximó a la fuente, cogió algo del suelo y lo echó al agua. Desde mi posición pude apreciar que era algo como un huevo, el famoso huevo del que me había hablado la señora. De repente, el huevo salió disparado hacia arriba, ayudado por la fuerza del chorro del agua y... empezó a "bailar".
Los niños se quedaron hechizados al ver cómo el huevo se sostenía sin caer en lo alto del chorro. Al igual que los niños, yo también me quedé absorto, embobado viendo el movimiento del huevo, desafiando la gravedad y jugando con el agua.
Ou com balla en claustro de la iglesia de la Concepción |
La señora se acercó a mí y con cara de orgullo y satisfacción me preguntó si me había gustado. Tras decirle que sí, me contó un poco la historia de esta tradición catalana que se lleva practicando en Barcelona desde 1637.
Ou com balla en el claustro de la iglesia de la Concepción |
Al parecer está relacionada con la festividad religiosa del Corpus Christi. Se trata de la exaltación de la Eucaristía (representada por el huevo) por encima del cáliz (la cesta de la fuente y el agua que lo envuelve). También hay otras teorías más paganas, como la que dice que es una alegoría de la plenitud de la primavera, en la que el huevo representa el estallido de la fecundidad, de la vida que renace. Otra teoría va más allá y dice que proviene de la época en la que los nobles de la calle Montcada (donde hoy se encuentra el Museo Picasso) se entretenían intentando aguantar un huevo sobre el agua de las fuentes mientras esperaban el paso de la procesión del Corpus.
Ou com balla fuente del patio del Museo Frederic Marès |
Así que desde hace ya más de 300 años, en los días próximos a esta fiesta, algunos claustros de la ciudad de Barcelona (como el de la catedral, el del Museo Frederic Marès, el del Ateneu Barcelonés o el del monasterio de Pedralbes) se llenan de flores y algún que otro huevo que no para de danzar ante la mirada de atónitos espectadores, tanto mayores como pequeños.
¿Y por qué baila?
El secreto del ou com balla está en el peso. El huevo se vacía a través de un pequeño orificio practicado en la base, lo que le permite bailar sobre el agua. También es verdad que actualmente muchos de los huevos no son de verdad, sino que son de plástico.
3 comentarios:
Muy buen artículo, José Luis, pero el "secreto" del baile del huevo se habría de quedar entre bastidores. ;-)
Abrazos!
Gracias, Mercè! Tranquila, que seguro que los lectores guardan el secreto. ;)
Un saludo!
¿de plastico?? ahhh....
Publicar un comentario