En mi viaje a Egipto, quedaron muchas imágenes grabadas en mi mente, pero las que sin duda nunca olvidaré fueron las de los atardeceres mientras navegaba por el río Nilo.
La brisa sobre la cubierta del barco deja de ser tan sofocante como lo es durante todo el día. La cegadora claridad se transforma en una acogedora luz anaranjada.
El sol comienza su descenso, escondiéndose detrás de las arenas del desierto. Creo intuir la llamada a la oración que el muecín hace desde el minarete de una lejana mezquita.
El río Nilo sigue su fluir tranquilo, los palmerales se ponen su pijama, se despojan de su verdor para no ser más que oscuras siluetas inmóviles que contemplan a garzas e ibis volar sobre ellos.
El canto del muecín ya queda lejos. El silencio empieza a hacer más acto de presencia. Las aguas del Nilo también empiezan su metamorfosis de color y recogen la última luz del sol.
Poco a poco, la puesta de sol va llegando a su fin, provocando una explosión de color en el horizonte que queda reflejada en el espejo de las aguas del río Nilo.
Preciosos atardeceres sobre el Nilo!
ResponderEliminarMuchas gracias, Sara! Me alegro de que te gusten. La verdad es que vivirlos en directo fue inolvidable.
ResponderEliminarGracias por tu comentario!
Bonitas fotos. Yo también lo recuerdo como uno de los grandes momentos vividos en Egipto, son casi hipnóticos!
ResponderEliminarSaludos!
Sí, sí! Totalmente de acuerdo! La gente a veces se extraña un poco cuando digo que una de las mejores cosas de mi viaje a Egipto fue navegar por el Nilo, pero veo que para ti también lo fue, jeje!
ResponderEliminarUn saludo y gracias por tu comentario!
Hola Jose Luis, sabes me encantó una de tus fotos para la portada de mi primer libro, me gustaría contactarte
ResponderEliminarHola Rafael! Puedes escribirme un email a la dirección de contacto que hay en el blog: adictosalosviajes@gmail.com
ResponderEliminarSaludos!