En un viaje a Japón descubrirás muchísimas cosas interesantes, verás lugares encantadores, probarás una comida exquisita más allá del sushi, pero, sobre todo, te embarcarás en un viaje de sensaciones que ni las fotos ni apenas las palabras podrán expresarlas.
En esta serie de posts, intentaré plasmar las impresiones que suscitaron en mí las ciudades de Tokyo, Kyoto, Hiroshima y la isla de Itsukushima (conocida popularmente como Miyajima). Ni qué decir tiene que tan sólo son sensaciones personales que posiblemente variarán de una persona a otra.
Mi primer contacto con la cultura japonesa en este viaje lo tuve curiosamente en Barcelona al empezar a organizarlo. Fue durante la compra del Japan Rail Pass, momento en el que ya pude comprobar en primera persona la amabilidad, eficiencia y simpatía de los empleados de la oficina.
Sin embargo, mi salto de lleno a Japón se produjo a mi llegada al aeropuerto de Narita, donde tras unas 12 horas de vuelo y 17 de viaje tuve que enfrentarme al control de inmigración. "A saber hasta cuándo voy a tener que esperar", me dije. No llegó ni a 10 minutos. Había bastante personal del aeropuerto organizando las colas, revisando los documentos antes de llegar a la ventanilla de los inspectores... iban abriendo más puestos de control, las colas se iban dispersando y cuando quise darme cuenta, tenía delante a un empleado con mascarilla haciéndome una reverencia y señalándome el puesto donde tenía que pasar el control. Y tras pasar aquel trámite... comenzó el viaje de sensaciones.
Tokyo es para mí una ciudad frenética, enérgica, vibrante, bulliciosa... Tiene un carácter hiperactivo y una vitalidad de un joven que quiere comerse el mundo. Allá donde iba siempre había gente, envuelta por lo general en una atmósfera repleta de sonidos: señales acústicas, anuncios, musiquita que salía de quién sabe dónde... Personas que esperan en los cruces de las calles a que el semáforo dé el pistoletazo de salida para proseguir su carrera... Tokyo es como un inmenso escenario donde una gran compañía de personas, trajeadas, en uniforme de colegio o con atavíos excéntricos, llevan a cabo su coreografía.
Todo parecía ir a un ritmo más rápido al que estoy acostumbrado. Las estaciones de metro o tren principales, como las de Shinjuku o Ueno, eran en hora punta lugares que bien podrían ser atracciones turísticas. Miles de personas, la mayoría en traje, iban y venían con sus maletines o mochilas por los vestíbulos de las estaciones cruzándose unas con otras en busca del andén que les llevaría a sus destinos, atiborrado a su vez de gente que estaba ya esperando el tren. Leyendo esto quizás se tiene una sensación de caos, pero en absoluto es así. En todo este ajetreo el orden siempre estaba presente: colas muy organizadas de una persona, trenes repletos de gente donde no cabía ni un alfiler pero donde no se oía ni una mosca, sólo el traqueteo de las vías... Es como ya dije una coreografía, un baile enérgico perfectamente sincronizado en el que cada uno sabe perfectamente lo que tiene que hacer para que todo salga de la mejor forma posible.
Tras el dinamismo de Tokyo, llegó Kyoto. Kyoto es, en contraposición a Tokyo, su hermana tranquila. Una hermana donde parece notarse su edad, su saber estar, su calma. Si Tokyo tenía una personalidad arrolladora, Kyoto muestra un carácter más apacible. El peso de la historia parece palparse. Nada de tantos rascacielos como en Tokyo, ni de tantísima gente en las estaciones... Todo parece ir a una revolución menos que en la capital. El hecho de que esté rodeada de verdes montañas donde se levantan sus bellos templos hace más fuerte esa sensación de serenidad, una serenidad natural que se hace patente al explorar sus santuarios y yendo de un templo a otro, sobre todo a primera hora de la mañana, antes de que las hordas de turistas rompan esta paz.
Esta apacible sensación nada tiene que ver con lo que sentí en la ciudad de Hiroshima, pero eso ya corresponde a otra etapa de mi viaje de sensaciones por Japón...
4 comentarios:
Konnichiwa, muy buena aproximación a Japón.Nos has recordado algunas escenas de nuestros viajes: ejecutivos en blanco y negro moviéndose a toda velocidad por los túneles de los metros, como en una peli surrealista;Kyoto, en kimono estampado, como si el tiempo no fuera con ella... ¡Seguiremos tus aventuras niponas!Arigato!
Konnichiwa, Viajes de Primera! Lo de los ejecutivos yendo de un lado a otro parece sacado de una película totalmente, jeje. Gracias por el comentario! Ya estoy preparando el próximo post de mi viaje a Japón!
He tenido la gran suerte de visitar Japón en dos ocasiones y es realmente como lo cuentas: Tokio, Kyoto, Nara, Kobe, Hiroshima...son lugares con una "personalidad" muy concreta. Aunque Tokyo he de decir que me cautivó su frikismo natural y espontáneo.
Hola José Ángel!
Gracias por tu comentario! La verdad es que Tokyo tiene una personalidad arrolladora, jeje!
Saludos!
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