El día de Sant Jordi es mucho más que el día del patrón de Cataluña, mucho más que el día del libro, mucho más que el día de los enamorados, que el día de las rosas... El día de Sant Jordi es probablemente uno de los días más maravillosos del año.
Hoy, 24 de abril, Barcelona se despierta como un día cualquiera tras la resaca de la Diada de Sant Jordi que vivió la jornada anterior. Pétalos de rosa por las calles, señeras en los balcones, libros y dragones en escaparates... son los pocos indicios que nos hacen sospechar que algo extraordinario ocurrió el día de antes. Y es que el 23 de abril, la ciudad condal se levanta vistiéndose con sus mejores galas y la mejor de sus sonrisas. Por esto, el día de Sant Jordi es uno de los días más especiales para visitar Barcelona.
Por la mañana temprano empiezan a instalarse por las esquinas vendedores de rosas, de todos los colores, desde la típica de color rojo, hasta colores más atrevidos como azules o de distintas tonalidades. Se preparan escenarios en algunas plazas de la ciudad desde los que hacer programas de radio en directo.
Algunas tiendas sacan a la calle pequeños puestos en los que comprar la tan preciada flor y libros. En el Passeig de Gràcia o en la Rambla de Catalunya los puestos ya están montados, preparados para acoger a los miles de personas que pasarán a comprar algún libro y a que su autor favorito les firme en primera persona esa obra que tantas veces han releído.
Se respira un ambiente especial, festivo, de alegría, a pesar de que es día laborable en Barcelona. Raro es caminar por la calle sin ver a alguien con una rosa. La gente disfruta de esta jornada única y la ciudad se engalana para que sea algo especial, algo que dure y que se extienda más allá de las horas del 23 de abril...
Hoy, en el día después, todavía la magia de Sant Jordi planea con timidez sobre la ciudad, reticente a abandonarla. No así en las casas, donde esa magia aún está muy viva, concentrada en las rosas y en los libros que Sant Jordi tocó el día anterior.
1 comentarios:
José Luis, es tan maravillosa esta crónica que has conseguido emocionarme.
Gracias, gracias y gracias!
Besazos!
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