Estas frases están extraídas del libro El juego del Ángel, de Carlos Ruiz Zafón, y bien reflejan la realidad que me encontré aquella tarde de invierno en el lago de Puigcerdà, un pequeño pueblo de Girona ubicado junto a la frontera de Francia, en el Pirineo Catalán.
Hacía frío, el sol empezaba a esconderse y su luz anaranjada quedaba reflejada en el hielo y en el agua del lago, sumiendo en la oscuridad los grandes caserones con torreones afilados que lo rodeaban, como la señorial Villa Paulita, erigida a sus orillas.
Mientras tanto, las aves del lago, en su mayoría patos, ocas y cisnes, se afanaban por captar los últimos rayos de sol, a sabiendas de que una noche más la temperatura volvería a bajar de 0 grados, congelando de nuevo las pocas zonas que se habían derretido durante el día.
6 comentarios:
Muy bonitas fotos.
Parece que ya ha pasado el frio, por lo que los patos, ocas y demás, podran regocijarse mejor en el lago.
Buen post
Saludos
Gildo, hacía un frío increíble, pero al solecito se estaba bien, la verdad. Gracias por tus comentarios!
Preciosas fotos!!
Preciosas las fotos! transmiten mucha paz....
Gracias por vuestros comentarios! Seguiré a la caza de atardeceres como este para compartirlos!
Me identifico mucho con lo que has publicado,el lugar es precioso y el relato de Carlos Ruiz Zafón como todo el libro...maravilloso.
Recibe un cordial saludo...
Isla
Publicar un comentario